Dejemos de responsabilizar de todo a esa herencia que recibimos de manera inevitable. Siempre se dan conversaciones en todo ámbito que tienen que ver con esto de focalizar en la historia genética familiar, de vivir con miedo esperando que se detone alguna enfermedad porque mi tía, mi abuela, mi padre tuvo tal enfermedad… Bueno vamos a desmitificar y a quitarle un poco de peso a la genética.
La realidad es que las enfermedades que son estrictamente genéticas, es decir, aquellas que dependen de un único gen corresponden a no más de un 5% (por ej: de esto son Corea de Huntington y Fibrosis Quística). La mayor parte de las enfermedades crónicas que vemos hoy en día como el cáncer, la diabetes y patologías coronarias entre otras, son el resultado de la interacción compleja entre múltiples genes y el ambiente.
¿A qué llamamos ambiente? A las emociones, la calidad de pensamientos, alimentación, actividad física, toxinas ambientales, stress, etc. Y acá llega la buena noticia, nosotros podemos y tenemos el poder de modificarlo. Hay una frase muy adecuada para graficar esto y dice que “Los genes cargan el arma, pero el ambiente aprieta el gatillo”.
Entonces en vez de asumir una posición de víctima ante “lo que nos tocó” tomemos el rol de protagonistas en nuestra salud que es nuestra responsabilidad.
Sanar es posible