Hoy, conversando con Gian, abordamos un tema que me toca en primera persona… ¿Cuántas veces hemos realizado un viaje, y en el afán de conocer mucho, hicimos recorridos veloces por varios lugares? ¿Cuántas veces las prisas del “ver lo más que se pueda” nos alejaron de la magia de conocer en profundidad? Y terminas el viaje y quizás viste mucho… Y sentiste poco.
¿Te quedaste alguna vez con la sensación de que necesitas vivir experiencias más pausadas aunque conozcas menos lugares?
De alguna manera, como una analogía, encuentro que en mi vida he repetido el mismo patrón en otras áreas.
En Planeta Jeva, por ejemplo, antes de poner en escena un show, ya tenía la idea del próximo…
Durante muchísimos años viví el desarrollo de mis proyectos con una vertiginosidad tal, que aún antes de terminar uno ya empezaba a crear el siguiente…
Hoy, desde esta perspectiva, siento que esa forma de vida es lo más parecido a vivir en un eterno “primavera-verano” sin pasar por el otoño para llegar al invierno y recién renacer…
O quizás… es como quedar embarazada mientras estoy gestando, y parir mientras otro embarazo se desarrolla en un ciclo sin fin de gestación y partos simultáneos…
Esa prisa, esa necesidad de productividad constante e ilógica… Ese hambre voraz por hacer, hacer y hacer… Esa conducta mía, me quitó el privilegio de sentarme a disfrutar lo vivido, los logros… El privilegio de procesar el éxito que significa concretar un sueño, una meta… De analizar los resultados y evaluar la experiencia, y celebrar… Visto así es muy desgastante… Y completamente antinatural.
Y sin embargo, fue la historia de mi vida…
Últimamente, mi alma me pide vivir “slow”, literalmente… O sea, la vocecita de mi corazón utilizó el termino en inglés, y me dijo: “Anni necesitamos vivir slow”. Y escribo con claridad “LA VOCECITA DE MI CORAZÓN”, porque no quiero que la confundan con la vocecita de mi cabeza… Esa hace lo que puede con sus programas, neurosis y saberes… Si me preguntan si la escucho, la respuesta es un rotundo “Sí, siempre escucho a mi cabeza”, sin embargo, como se va de mambo, estoy aprendiendo a discernir… El entendimiento del todo, es un estado utópico que marca mi norte…
En mi entendimiento y desde una perspectiva macro, se que estas experiencias son resultado de un sistema de consumo que nos atraviesa intangiblemente desde que la cultura nos impregna… Porque nada parece ser suficiente, ni los lugares que recorremos, ni los estudios que estudiamos, ni las actividades que desarrollamos… Siempre nos falta algo… Nos falto ver una isla, nos faltó especializarnos en un área, nos faltó tiempo para hacer las cosas, nos faltó plata para alcanzar el estilo de vida que nos dijeron que es optimo, nos faltó espiritualidad, nos faltó… estamos rodeados de faltantes en medio de enormes ausencias… ¿Quién puede tolerar la frustración de tantos vacíos y salir invicto o invicta? Nadie…
Aprovecho esta reflexión para compartirles un decálogo genial:
Pueden visitar esta página que está muy slow… LA VIDA SLOW
Hasta la próxima Editorial, abrazos, Anni